21 abr 2008

Mi tesoro


Todos tenemos ilusiones, proyectos, expectativas. Algunas se concretan, otras parcialmente, y otras muchas ni siquiera llegan a nacer.
Un proyecto ilusionante que nació parcialmente, y que se concretará en un futuro no muy lejano....eso espero:

Seco y testarudo, le gustaba levantarse temprano para tener mas tiempo a la hora de pensar en que utilizarlo. Sí.... no conocía obligación mañanera ni cualquier clase de obligación que él mismo no se impusiera. Que vida la suya, más placentera podríamos pensar.
Para nada, todo lo contrario, sus obligaciones para con él mismo eran demasiado absorbentes, exigentes, y eso le desquiciaba.
En su cabeza había un laberinto de ideas difusas, entrelazadas y la mayoría de las veces imposibles de realizar, pero su boca expresaba todo lo contrario.
Pronto decidió dejar de confiar en su laberinto gris viscoso y adentrarse en la profundidad de las palabras... palabras que a veces, salían entrecortadamente.

De niño fue tartamudo y en su caso no funcionó la lectura para solucionar el problema. Sin embargo, pronto descubrió que si unía esas lecturas a su pasión por los monumentos, su tartamudez remitiría. Así que comenzó a visitar monasterios, conventos desamortizados, iglesias varias, castillos y museos, acompañado de libros de historia, novelas, ensayos. Y poco a poco las palabras comenzaban a fluir rápidamente. Aunque el problema aparecía de nuevo al abandonar el edificio.
Así que decidió dormir siempre con el diccionario de la RAE y un grabado del S.XIX del teatro de Almagro, sede de las más variadas representaciones por las que sentía devoción,bajo la almohada.
Y así, con el paso del tiempo y la disciplina de quien prepara unas oposiciones, el tartamudeo fue remitiendo, y se lanzó a las tertulias, disertaciones de todo tipo y enseñanzas varias.
Conforme crecía, iba descubriendo nuevos campos de conocimiento que absorbía con gula: gastronomía, física, botánica, arte, economía, historia, geografía, idiomas, estos últimos muy útiles para su otra gran pasión, los viajes.

Viajero, un continuo viajero. Erudito viajero. Sólo la pasión por los libros se podía equiparar a su pasión por los viajes, de los que siempre traía nuevos capítulos para su vida. En Turquía, Berlín, Austria o Finlandia, sentía que se hacía múltiple, que se extendía mas allá de su propio ser y que era universal. Su feroz conocimiento a disposición de nuevas culturas y personalidades a las que pronto integraba en su superior. Era perfecto.

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