
Cuenta una historia que un hombre trabajaba en una planta congeladora de pescado. Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.
Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte.
De repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entro y lo rescató.
Después de esto, le preguntaron al guardia a qué se debe que se le ocurrió abrir ésa puerta sino es parte de su rutina de trabajo ??. Él explicó: llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mi en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.
2 comentarios:
Es cierto. ¡Cuán poca gente se acuerda hoy, tan ocupados en sus menesteres, en saludar y sonreir!.
Y cómo se agradecen esas palabras...
Gracias por tus palabras.
La verdad es que algo tan sencillo como un saludo o una sonrisa, pueden cambiar el mundo.
Una sonrisa es más barata que la electricidad, y da más luz!!!
Publicar un comentario